Sobre la información recibida de la pandemia.

Uno de los problemas más importantes y difíciles para conocer la situación real de la infección por el Covid 19, ha sido obtener una información objetiva y real de su magnitud y saber interpretarla.

La confusión inicial fue debida a que cada Comunidad entregaba los datos sin criterios unificados, respecto a casos nuevos a contabilizar (test de LCR positivos, añadiendo test de Anticuerpos IgG positivos al comienzo, actualmente no se contabilizan). En cuanto a los ingresos hospitalarios y en las UCIs, hay Comunidades como la de Madrid que todavía siguen dando datos acumulativos, en lugar de actualizar cada día los pacientes ingresados, indicando los nuevos ingresos y las altas dadas. La confusión se ha mantenido incluso en el número de fallecidos que requerían una disponibilidad de test de PCR positivo, para incluirlo en la estadística de mortalidad. Esto fue especialmente relevante en las residencias de ancianos donde hubo una mortalidad añadida muy importante no contabilizada, al no haberse efectuado los test de confirmación diagnóstica antes del fallecimiento.

Cada día nos dicen el número de contagios nuevos obtenidos por el test de PCR positivo, sin indicar nunca el número de test realizados, con lo cual no podemos conocer el porcentaje de positivos real. Tampoco indican a qué grupo de la población se les ha realizado. Otro aspecto necesario sería saber, de los casos positivos, cuántos están asintomáticos, cuántos tienen la enfermedad y cuántos han precisado ingreso hospitalario.

También nos han dado información errónea respecto al número de tests realizados. Actualmente dicen que están haciendo diariamente 70.000 PCR a nivel nacional, sin separar los que realiza cada Comunidad (hace 2 semanas dijeron que habian llegado a 100.000), pero de todas maneras si los positivos actuales son menos de mil (ayer 604), quiere decir que sólo el 1% de los test realizados ha dado positivo y el 99% negativo.

Otro aspecto necesario para conocer la realidad es a qué tipo de población se le está realizado el test. Al parecer, con toda lógica desde el comienzo está siendo a la población de riesgo (pacientes que acuden a Urgencias con síntomas compatibles con la enfermedad, a profesionales sanitarios, a trabajadores en ámbito hospitalario y en residencias de ancianos,  y a colectivos civiles y militares que han colaborado en el control de la pandemia).

Si la población de riesgo da un 1% de PCR positivos y un 2% en los test de anticuerpos, quiere decir que la inmensa mayoría de la población sería negativa si se le realizase test.

Algo que ha llamado poderosamente la atención, en comparación con otros países y que habla de los escasos recursos de protección disponibles en los Sistemas de Salud de las distintas Comunidades, es el alto número de sanitarios contagiados, hasta 44.000, cerca de un 20% del total registrado, y más de un 20% aquí en Andalucía. Sin embargo, también sería conveniente conocer cuántos han estado asintomáticos, cuántos han requerido ingreso hospitalario, y cuántos han fallecido (afortunadamente pocos, alrededor de 40), una cifra que no concuerda con el 10% de fallecimientos de la población general.

Otra referencia que  nos dan a diario es el número de curados, sin especificar si son curaciones clínicas (pacientes dados de alta por mejoría, desaparición de los síntomas que motivaron el ingreso en el hospital o en su seguimiento domiciliario) o curaciones biológicas, que además de la curación clínica necesitarían una negatividad al test PCR, y un test de anticuerpos IgG positivo.

Con todos estos datos, cuál es la situación de inmunidad de la población?… La semana próxima posiblemente nos den las primeras estimaciones en el estudio que se está realizando a nivel nacional en unas 30.000 familias de manera aleatoria con test de anticuerpos, pero, con los datos disponibles hasta el momento, posiblemente sea alrededor del 1 o el 2%, lo cual quiere decir que, después de la violenta irrupción del virus con sus enormes estragos en forma de pérdida de vidas humanas, destrozo económico y cambio profundo en nuestras vidas, tan sólo ha afectado a grupos poblacionales determinados, con focos muy activos y nocivos en Madrid, Cataluña, País Vasco, las dos Castillas, y, en Andalucía, Málaga y Granada han sido las más afectadas, pero la gran mayoría de la población no ha adquirido inmunización frente a futuros brotes, lo que nos obligará a estar en permanente alerta… hasta que aparezca la ansiada vacuna!!!… o se disponga de algún tratamiento eficaz que permita disminuir la insoportable mortalidad de los casos más graves.

Es evidente que el virus, en el momento actual, ha remitido en su virulencia y parece comportarse en este sentido como un virus gripal estacional, pero no nos permite bajar la guardia, con lo cual tendremos que habituarnos a convivir con las nuevas medidas que los «expertos» vayan adoptando en cada momento.

Cuál podría ser la «nueva normalidad?…

En adelante será necesario que estemos concienciados y usemos mascarilla higiénica o quirúrgica, o pantalla facial en los desplazamientos y transportes públicos. La mascarilla es fundamental para que yo no contagie a los demás, y los demás deben llevar mascarilla para no contagiarme a mí.

Tendremos que mantener el distanciamiento social, beneficioso para los casos de halitosis, aunque los 2 metros sea una exageración imposible de cumplir.

Deberemos acudir a nuestro Centro de Salud cuando tengamos los primeros síntomas ya conocidos de fiebre, tos, malestar general, etc,  en donde se supone habrá medios para poder realizar una PCR cuyos resultados se deberían conocer en unas horas, con el fin de aislar o ingresar al paciente en su caso y poner en marcha el protocolo epidemiológico de búsqueda de posibles contactos, con la idea de erradicar de inmediato cualquier foco de contagio, siguiendo una táctica similar a la que se realiza en la prevención de incendios «para evitar que arda el bosque».

Finalmente cuando hayamos acudido a alguna reunión en grupo, entrado en locales cerrados, restaurantes, visto algún espectáculo, o paseado en zonas concurridas, una medida preventiva eficaz puede ser hacer una desinfección orofaríngea al retornar a casa o antes de irse a la cama, con enjuagues, gárgaras e ingestión (si no se es abstemio) de una bebida espirituosa, whisky, coñac, ron o similar. Estos enjuagues también pueden ser útiles en las fases iniciales de la infección, 2 o 3 veces al día (en estos casos mejor expulsarlo, en lugar de ingerirlo, «para evitar otros riesgos»).

Con todo ello conseguiremos al final la derrota del «enemigo invisible», y saldremos fortalecidos a nivel personal, familiar y como sociedad, por muchos «agoreros» que se nos crucen en el camino.

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Sobre la mortalidad en las Residencias de ancianos.

Uno de los mayores dramas sucedidos en los países europeos y especialmente en España, es la enorme mortalidad, cercana al 50% del total de fallecidos, que se ha producido entre las personas de edad avanzada residentes en Centros asistenciales públicos y privados a causa de la infección provocada por el Coronavirus, y que obedece a una serie de circunstancias que vamos a intentar analizar.

Sabemos que el Virus tiene una alta capacidad de contagio por vía respiratoria, que el periodo de incubación puede ser de 3 a 14 días dependiendo de la mayor o menor carga viral, y que provoca en algunas personas mayores una respuesta inflamatoria anormal de su sistema inmune, con aparición de una neumonía difusa bilateral, con frecuente desarrollo de insuficiencia respiratoria que requiere en ocasiones apoyo mecánico (respirador artificial). Esta misma respuesta inflamatoria provoca la activación de la coagulación, con formación de trombos a nivel coronario y cerebral, con aparición de infartos e ictus, que pueden resultar mortales.

El perfil clínico de la mayoría de las personas residentes es el ideal para tener complicaciones en caso de infección por el Covid 19:  una edad mayor de 70 años, en ambos sexos, con patologías diversas, Diabetes, Hipertensión, obesidad, sedentarismo, enfermedades crónicas respiratorias, cardiovasculares  o metabólicas.

Las condiciones de transmisión del virus en estos centros son las ideales, en caso de aparición de un portador poco sintomático (un cuadro catarral banal), pero que mantiene una infección del Covid 19 en pleno desarrollo. Puede ser un trabajador del centro o algún familiar de cualquier residente. Un golpe de tos, una conversación mantenida cercana, con expulsión de una nube de microgotitas, que contagia a uno o varios miembros de la comunidad.

Los salones de estar, o los comedores donde coinciden 30 o 40 personas a la vez, 2 o 3 veces al día, con ambientes poco ventilados en general, también facilitan el contagio masivo. Otro factor importante es la reinfección entre los mismos comensales en días sucesivos.

Todo ello da lugar a la tormenta infecciosa perfecta. La aparición súbita y simultánea de 15 o 20 personas mayores residentes, con cuadros agudos febriles, malestar general, tos y disnea muchos de ellos, y a los que no se les puede dar una respuesta médica adecuada, ya que en el  Centro no hay ni medios ni personal sanitario para atenderlos, y por otro lado, se ha producido el estallido del virus en todo el país, y las UCIs de los grandes hospitales están al borde del colapso por el número de pacientes ingresados, por lo que no se aceptan los traslados desde las residencias de mayores, a pesar de tener una indicación neta de ingreso hospitalario.

La consecuencia de ello la vemos unos días más tarde en los titulares de los periódicos, con la aparición de «20 o 30 fallecidos en una residencia de ancianos».

Hasta que no pase toda esta crisis no conoceremos las cifras reales del número de fallecidos en estas residencias, que sólo en Madrid puede alcanzar los 10.000, estimados por el pico que nos da el exceso de mortalidad respecto a la media que se produjo en la segunda quincena de marzo y primera de abril. En Sevilla la situación no es tan dramática, porque el número de residencias es muy inferior, 16 en total, pero el porcentaje es similar, alrededor del 50%  por lo que excede el centenar de fallecidos en el momento actual.

No se debería admitir que estas Residencias sean un negocio lucrativo, con lo cual desde la dirección encargada de la gestión, inevitablemente se procura minimizar gastos en personal y en medios necesarios ante cualquier contingencia excepcional que se pueda producir, como ha sucedido actualmente. En Madrid hay hasta 5.000 entre públicas y privadas, pero éstas son una mayoría, con más de 300.000 ingresados.

De este drama, insoportable para todas las víctimas y familiares en primer lugar, y también para todo el personal que trabaja y se desvive por ayudar a las personas en esta etapa final de sus vidas, qué enseñanzas podríamos sacar para que algo parecido no vuelva a suceder jamás?…

Que tomemos conciencia de que no basta con mantener los cuidados asistenciales básicos de: ayuda, aseo, alimentación, apoyo psicológico, conversación, etc. que cumplen un papel muy importante, o imprescindible a estas edades de la vida. Es necesario mejorar la asistencia sanitaria, debiendo cada Centro contar con un equipo médico, a ser posible un geriatra que conozca y controle las patologías de todo el personal y programe (y se adquieran) los medios necesarios extraordinarios que podrían requerirse en caso de una emergencia como la actual, estando en coordinación con el Centro de Salud y Hospital de referencia.

Deberíamos hacer test de PCR y anticuerpos a todo el personal laboral y residentes en estos Centros, para determinar la población contagiada, la que ha pasado la infección y tiene anticuerpos IgG, y la población que da negativo en ambos test y por tanto no ha tenido contacto con el virus, y que sería una población de riesgo de contagio en tanto no aparezca la ansiada vacuna.

Que ello va a requerir más recursos económicos y por tanto menos beneficios?… Seguro, pero no podemos en este tema permitir que se aplique una economía especulativa, incluso con aparición de «fondos buitre» en algunos casos, para algo tan importante como ayudar a las personas mayores en esta fase final de sus vidas, ya que antes lo dieron todo para que hayamos alcanzado el estado de bienestar actual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Sobre el miedo al coronavirus

Si hay una palabra que pueda sintetizar la actitud de la humanidad ante la epidemia del Covid 19, sin duda sería el MIEDO. La incertidumbre que nos crea la continua información sobre la extensión y severidad de la enfermedad, con ese incremento permanente del número de contagiados y fallecidos, las medidas variables adoptadas por cada gobierno con el confinamiento en general de la población para frenar la propagación del virus, más la inevitable repercusión sobre la economía con el riesgo de pérdidas de empleo, caída del PIB y empobrecimiento generalizado de la población, nos crean un estado de angustia y sentimos miedo.

El miedo es una emoción primaria que está representada en nuestros genes al igual que en todos los mamíferos, para defendernos de las agresiones del entorno. Se articula mediante un sistema específico que se localiza en la Amígdala Cerebral, que a su vez forma parte del Sistema Límbico emocional. Cuando se activa, produce una respuesta del sistema vegetativo con descarga de cortisol y catecolaminas, que  aumentan la frecuencia cardiaca, y  la tensión arterial, con sensación de malestar y palpitaciones.

El miedo nunca es bueno a la hora de tomar decisiones, nos paraliza e impide un análisis racional de la situación, teniendo un efecto negativo sobre nuestro estado de ánimo, que se torna proclive al pesimismo, a ver un horizonte sin salida, y a menudo genera cuadros ansioso-depresivos.

El miedo al Covid 19 no afecta sólo a los individuos. Ha afectado a todos los Gobiernos de los Paises del Mundo, que han tomado medidas sanitarias en ocasiones radicales y proyectando medidas económicas de alcance impredecible para los próximos años.

El miedo ha afectado a todos los estamentos sociales, comenzando por los profesionales sanitarios, que ante el contagio lamentable y masivo que hubo en la primera fase, cuando tanto pacientes como médicos y enfermeras pasaban consulta sin mascarillas, ni la menor protección, han pasado a la situación hospitalaria actual en la que se acude a ver al paciente con un traje de aspecto espacial, como si los virus fuesen rayos X capaces de atravesar todas las estructuras.

También es consecuencia del miedo ver a los miembros de la UME desinfectar las residencias de ancianos y las bocas del Metro, con actuaciones tan espectaculares, como si con ello quisieran transmitir mayor seguridad a la población. De todas maneras la limpieza y esterilización que se consiguen siempre resultan beneficiosas.

Una consecuencia del Miedo ha sido que no se permita la realización de autopsias a los cadáveres, ni el acompañamiento de los familiares en la última despedida, lo que  sin duda habrá supuesto un sufrimiento añadido al de la pérdida. Deberían los patólogos de los hospitales, los forenses y los microbiólogos aclararnos y determinar si un cadáver fallecido por  SARS Covid 2 contagia la infección, puesto que al dejar de respirar y  si hay una desinfección de la superficie corporal y exterior adecuada, los virus no se entiende cómo pueden propagarse. Nadie ha dado información al respecto.

Y si hay algún estamento especialmente afectado por el miedo a la hora de tomar medidas, ha sido el Gobierno, que se ve continuamente abocado a tomar decisiones sobre una epidemia desconocida, de la que sabemos que ocasiona alta mortalidad en poblaciones de edad avanzada y que su capacidad de contagio ha sido alta, aunque en las últimas semanas se ve claramente en regresión. En una epidemia en la que se desconoce el grado de contagio de la población (a la espera de que el estudio que se va a realizar en familias, se ponga en marcha definitivamente y dé resultados), y la duración de la  inmunización tanto en los que han superado la infección, como en los casos silentes que se descubran con los test de anticuerpos, y que posiblemente serán la mayoría entre la población que se haya contagiado.

El miedo a que se ve sometido el Gobierno se multiplica ante el riesgo a cometer un error, que podría ocasionar efectos nocivos sobre la población. De ahí las dudas respecto a la desescalada del confinamiento y la vuelta a la normalidad laboral, ante la posibilidad de un nuevo brote o repunte significativo de la enfermedad, que en el momento actual con las evidencias científicas disponibles es imposible determinar. Por otro lado está la presión de los grupos políticos de la oposición y los medios de comunicación afines, que esperan ese error, como «agua de mayo» para sus intereses políticos.

Cómo podría el Gobierno combatir el miedo?… El miedo se combate con valentía, diciendo la verdad; la confusión y la incertidumbre alimentan el miedo. Cuando hay que tomar una decisión y se explican las dudas y porqué se adopta tras analizar pros y contras, se hace partícipe a toda la sociedad y con ello se diluye la responsabilidad, si a posteriori no resulta la más acertada.

A nivel individual la génesis del miedo es múltiple, por un lado el riesgo a contraer la enfermedad, de pronóstico incierto especialmente en edades avanzadas. Por otro lado las medidas cambiantes del Gobierno, con el confinamiento y la incertidumbre sobre cuándo y cómo saldremos de él. En muchísimas familias la incertidumbre laboral juega un papel crucial, ya que nadie es capaz de adivinar cuál será la evolución real de la economía tras la pandemia y cómo le afectará a su trabajo. También puede influir de manera significativa en la génesis del miedo, la información recibida a través de las Redes, en las que la mentira, la manipulación,  y el catastrofismo son claramente dominantes y se multiplican más que el virus. Pero afortunadamente, también es cierto que hay mucha información veraz y videos profesionales de científicos, que suponen una gran ayuda para saber lo que está pasando… pero hay que buscarlos!.

Qué podemos hacer a título individual para vencer el miedo?… Tener confianza y seguridad de que lo peor ha quedado atrás, lo cual es cierto a día de hoy, aunque hay grandes variaciones de una Comunidad a otra. Informarnos es bueno, si somos capaces de analizar esa danza de números y cifras, que nos llegan diariamente, lo cual es bastante difícil. No caigamos en las redes de la multitud de opinadores, que aportan poco y generan ansiedad. Hacer llevadero el confinamiento con buenos libros, música, hobbis, alimentación adecuada y el ejercicio que podamos. Finalmente tener esperanza y verlo como una oportunidad de hacernos mejores y más solidarios con los que sufran las consecuencias de esta pandemia.

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Sobre los test diagnósticos

Un aspecto fundamental para avanzar en el control  de la actual pandemia del coronavirus es hacer un diagnóstico correcto de la población infectada, es decir que ha tenido contacto con el virus. Las cifras que nos dan diariamente de los nuevos contagios, más los pacientes ingresados en el hospital (UCI o planta según la gravedad) o en seguimiento domiciliario, más los pacientes curados y los fallecidos son sólo la punta del iceberg. La gran mayoría, alrededor del 70 al 80% posiblemente, son portadores del virus asintomáticos, que se van a inmunizar o ya están inmunizados sin desarrollar la enfermedad. Esto es magnífico para el individuo, pero el problema es que pueden contagiar a la población no afectada durante un tiempo hasta que su nivel de anticuerpos neutralicen definitivamente al virus.

Los test diagnósticos que disponemos son la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que identifica el material genético del virus y para lo que se necesita una muestra que se extrae de la mucosidad nasal y faríngea que son las dos estaciones de paso habituales de entrada (no hay constancia de que utilice otras vías, cutánea, u otros orificios orgánicos).

Esta prueba, que se considera la más útil, tiene una sensibilidad aproximada del 70 a 80%, es decir que hay de un 20 a 30% que tienen el virus y dan Negativo (Falsos Negativos). Esta prueba, que requiere equipos de alta tecnología y personal especializado y cuyos resultados se conocen en unas horas, se ha venido realizando a pacientes ingresados, y colectivos de alto riesgo de contagio, sanitarios fundamentalmente y se ha ido ampliando a otros colectivos civiles y militares que participan en primera línea en el control de la enfermedad. Actualmente se han realizado en España alrededor de 1 millón de test, no a un millón de personas, ya que en muchas ocasiones se repite para conocer la evolución de la enfermedad y poder ser dado de alta.

Una de las referencias que nos dan a diario del número de nuevos contagios, no es un buen marcador de la evolución de la enfermedad, ya que está estrechamente relacionado con el número de test de PCR que se realicen y también con la población a la que se realice. Hasta ahora se han realizado fundamentalmente a pacientes con síntomas compatibles con la enfermedad y personal sanitario. Últimamente se vienen haciendo hasta 700.000 a la semana, de los que son positivos entre 4 y 5 mil. Esta prueba no es posible realizarla a todo el mundo, por las razones logísticas de personal y tecnología.

Hay otros dos tipos de test diagnósticos, uno de Antígeno, que identifica la envoltura proteica del virus y que se ha dejado de fabricar por su baja sensibilidad (alrededor del 30%). Estos test fueron los que compró el Gobierno a China y se les devolvió, no porque estuvieran defectuosos y hubiera sido un engaño como transmitieron los medios de información, si no por su poca utilidad práctica… Qué buenos equipos de información tiene el Gobierno!!!

El otro tipo de test que se están realizando de manera masiva es el test de Anticuerpos. Este test se realiza mediante una muestra recogida por punción digital, como para medir la glucemia, y la respuesta se lee en un reactivo de manera casi inmediata. Si el individuo tiene Anticuerpos M, los que produce el sistema inmunológico en respuesta a la infección en los primeros días (de 3 a 5) quiere decir que hay infección activa todavía. Si tiene Anticuerpos G (los de la memoria inmunológica tardan unos días más) no sólo le van a servir para eliminar el virus, si no para evitar la reinfección en el futuro, aunque en el momento actual no sabemos lo que durará la inmunización activa frente a la enfermedad. Los anticuerpos G son los que se producen con la vacunación habitual.

Puede haber casos que haya Anticuerpos G, y no haya M. En este caso la infección aguda ha pasado con o sin manifestaciones clínicas y el individuo está curado y no hay riesgo de contagio. En algunos casos, pocos, puede haber Anticuerpos M y no G, correspondería al gap cronológico de unos días en la producción de ambos.

Con lo expuesto se ve la complejidad del tema a la hora de tomar decisiones sobre el conjunto de la población, pues actualmente no se puede saber con certeza en qué momento todas estas personas que han tenido contacto con el virus y superado el episodio, con o sin enfermedad, dejan de contagiar.

Tengamos confianza en que el virus irá perdiendo virulencia paso a paso y sintámonos orgullosos del comportamiento colectivo en general, y de la recuperación de muchas virtudes ya olvidadas, como la tranquilidad, la paciencia, la convivencia familiar y vecinal, el silencio,etc.

 

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Sobre cómo nos enfrentamos al coronavirus.

Una vez llegado el virus a nuestras mucosas nasal y faríngea, para poder replicarse y proliferar ha de penetrar al interior de la célula a través de su pared, para lo cual utiliza su capa exterior («la de los picos»), una glucoproteina que actúa de llave, e interacciona con una proteína específica de la membrana de las células faríngeas o del tracto respiratorio. Esta proteína de membrana no existe en la piel o en otros tejidos y por ello no puede penetrar en su interior e infectarlos.

Nuestro sistema inmunitario, ante una agresión vírica, reacciona en 2 fases, una inmediata, la reacción inflamatoria que es inespecífica y que actúa de manera similar a cualquier infección bacteriana, o como si nos hubiésemos clavado una espina o cualquier otro cuerpo extraño. Esta reacción cuando es normal produce inflamación local, dolor y en ocasiones fiebre, solemos estar fastidiados unos días, sanamos y no deja secuelas.

La segunda fase es la más importante en las infecciones virales y es la llamada memoria inmunológica,  que se hace a través de los linfocitos T, que identifican el virus y dan la órden para generar anticuerpos específicos, inmunoglobulinas M y G que se adhieren al virus, bloqueando su capa exterior y por tanto su capacidad de penetrar en nuevas células y ello permite que otras células (los macrófagos) los identifiquen y eliminen.

Mientras existan anticuerpos específicos, cualquier intento del virus para reinfectar está condenado al fracaso. La duración de los anticuerpos es muy variable, puede durar toda la vida, como sucede con las infecciones víricas de la infancia (sarampión, rubeola, varicela, etc.), o un tiempo variable, meses o años, lo que justifica la conveniencia de vacunarse anualmente de la gripe para reforzar esta memoria inmunológica. Por otro lado es frecuente que los virus de la gripe muten, con lo que se pierde la protección total.

En el caso del Covid 19, la respuesta mayoritaria de la población seguirá este mismo patrón, similar a un cuadro gripal común más o menos leve, respuesta inflamatoria normal y posterior inmunización con la producción de anticuerpos específicos. Sin embargo, lo que tiene de singular esta pandemia y de ahí su alta letalidad, es que provoca en el sistema inmunitario de algunas personas, más a menudo en los mayores de edad, una primera fase de reacción inflamatoria explosiva, con unos niveles en sangre de citoquinas proinflamatorias elevadísimo, causante de la neumonía difusa en ambos pulmones con ocupación del espacio aéreo y necesidad en algunos casos de ventilación mecánica y alta mortalidad como estamos viendo diariamente con las estadísticas y especialmente en las residencias de ancianos.

Se puede decir que no es el virus el que mata a la persona, sino la reacción inflamatoria anormal del sistema inmune, y esto ha permitido abrir una brecha terapéutica de esperanza, para intentar frenar la respuesta con algunos fármacos sin resultados positivos hasta el momento. Esta reacción, afortunadamente no se produce en la infancia y la juventud, o es excepcional, por lo que se inmunizarán cuando entren en contacto con el virus, al igual que ante otras infecciones víricas, sin problemas, pero el riesgo es de que puedan ser los transmisores del virus a sus abuelos. Por el momento ignoramos cuánto tiempo permenece activo el virus, con capacidad de contagio en personas asintomáticas o que hayan superado la enfermedad.

Aunque este virus haya venido para quedarse, tampoco sabemos si será estacional y desaparecerá su virulencia cuando suba la temperatura. De todas maneras, al final, una aplastante mayoría de la población reaccionará produciendo suficientes anticuerpos para neutralizarlo y evitar su propagación, en unos casos con un síndrome gripal de mayor o menor intensidad, y en otros sin enterarse (qué suerte) del paso del seísmo.

Qué podemos hacer en la situación actual?… cómo podemos influir en que «no nos coja el toro»?…Es importante saber que el sistema inmunológico se puede modificar en su comportamiento, fortaleciéndolo con medidas como una buena alimentación, acercándonos a la Dieta Mediterránea, aceite de oliva virgen, frutas, verduras, pescados, pan y vino, como alimentos dominantes. Ejercicio físico, cada cual dentro de sus  posibilidades, y  un estado anímico optimista a pesar de las dificultades actuales, utilizando la sonrisa y la alegría como herramientas terapéuticas.

En sentido contrario, el estrés y la depresión, el mal rollo, el dejarse llevar por las informaciones atosigantes con que nos bombardean de manera continua, producen aumento del cortisol y las catecolaminas que deprimen el sistema inmunológico, cuando es más necesario que nunca. Asi que ánimo, esperanza y el convencimiento de que saldremos adelante a pesar de la abundancia de profetas del catastrofismo.

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Sobre la transmisión del Covid 19

Hay varias características que hacen especialmente peligroso a este virus, respecto a otras familias de coronavirus. Una de ellas es su alta capacidad de contagio, que ha obligado a todos los países del mundo,tras algunos titubeos iniciales de alguno de ellos, a adoptar medidas de confinamiento de la población, como medida imprescindible para frenar su difusión.

La llegada del virus puede ser por VIA AEREA, como todas las infecciones víricas respiratorias que padecemos cíclicamente en los meses invernales (como la gripe común) que incrementa la mortalidad en pacientes mayores o con enfermedades crónicas previas, pero en el caso del Covid 19, además de la vía aérea, que será posiblemente la más importante y la de mayor riesgo de desarrollar una infección al tener una mayor carga viral, se puede dar la transmisión a través del CONTACTO FISICO de las manos con superficies contaminadas, donde sobrevive durante horas o días según el material donde se deposite y/o circunstancias ambientales, temperatura y humedad. En este entorno exterior es difícil saber si el coronavirus es capaz de proliferar. De lo que se conoce hasta el momento, el virus es incapaz de atravesar la capa córnea de la piel, por lo que es necesario que con las manos lo llevemos a nuestras mucosas donde pueda proliferar. Esto justifica obviamente las campañas de prevención basadas en el lavado repetido de las manos con jabón, cada vez que tocamos alguna superficie potencialmente contaminada. El jabón disuelve la envoltura lipídica que requiere el virus para penetrar en el interior de las células y anula su capacidad de infección.

El riesgo de desarrollar la infección y la enfermedad puede ser muy diferente entre ambas vías por la diferente carga viral, la transmisión directa por via inhalatoria de un paciente al hablar, toser o estornudar es como una bomba cargada de virus, y es muy probable que ésta haya sido la forma de contagio en las residencias de ancianos, con las desastrosas consecuencias que estamos viendo a diario, en forma de pérdida de vidas en pacientes mayores, y también la vía de contagio en numerosos profesionales, médicos y personal de enfermería, que hasta conocerse la gravedad de la pandemia, han estado atendiendo a algunos pacientes ya infectados, pero no conocidos, sin pantallas de protección. Hubiera sido una medida posiblemente muy útil, aunque a posteriori no sirva para nada, advertir que todo paciente con fiebre y tos, acudiera al Centro de Salud o Urgencias del Hospital, con mascarilla y guantes de protección, como medida para evitar el contagio.

De la transmisión a través del contacto sabemos poco, y tal vez esta forma de transmisión podría dar lugar a un contagio silente con respuesta inmunológica adecuada, como sabemos está sucediendo en un grupo de población, que se va a inmunizar sin tener manifestaciones clínicas de infección, lo cual sería la mejor noticia para ellos. Para conocer el alcance de este grupo poblacional que puede ser decisivo a la hora de controlar el brote epidémico, porque detienen la propagación del virus, ahora se van a hacer test rápidos a varios miles de familias  de manera aleatoria, con lo que podremos avanzar en el conocimiento de la situación real.

En cuanto a la propagación de la infección, una vez alcanza la mucosa nasal y/o faríngea  prolifera y en algunos casos provoca una  infección local (faringitis, con molestias locales y tos seca) como respuesta inflamatoria inicial, habitual por parte del organismo. En otros casos alcanza los bronquios y alveolos pulmonares, provocando un síndrome respiratorio agudo, con neumonía difusa, que requiere ingreso hospitalario y en algunos casos, apoyo con ventilación mecánica para proporcionar oxigenación adecuada al paciente, mientras evoluciona el proceso.

Otra característica exclusiva de este virus y que afecta a su alta letalidad, es que provoca en el sistema inmunológico de las personas mayores, en algunos casos (los de peor evolución) una respuesta anormal con producción masiva de citoquinas inflamatorias, causantes no sólo de los problemas pulmonares mencionados, si no también de incremento de infartos de miocardio por rotura de placas ateroscleróticas, producción de miocarditis etc. Es como si el organismo hubiera perdido el control y en lugar de producir anticuerpos para neutralizar el virus, se queda en la respuesta inflamatoria inicial masiva y desproporcionada. Esta respuesta inmunológica es excepcional en niños y gente jóven, lo que condiciona la diferencia de mortalidad.

A medida que se vayan conociendo los mecanismos de la patogenicidad del virus, iremos sin duda avanzando en el control definitivo de esta pandemia, y de la que como en tantas ocasiones la humanidad saldrá victoriosa. Ojalá que nosotros también salgamos mejores.

 

 

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Sobre el Coronavirus

El cataclismo que ha supuesto en nuestras vidas la aparición  del virus Covid 19, la extensión y gravedad de la pandemia en forma de pérdida de vidas humanas y la repercusión económica de consecuencias imprevisibles por el momento, ha creado un estado de confusión e incertidumbre en todos nosostros, con la deriva del miedo ante lo desconocido.Creo que es necesario introducir algo de racionalidad y optimismo, que nos lleve a ver la luz al final del túnel.

De los datos que conocemos del virus, sabemos que se trata de una cadena de Acido Ribonucléico (ARN), con una envoltura glucoprotéica que le permite actuar como llave para penetrar en determinadas células del organismo, en cuyo interior se replica (es decir hace una copia) a gran velocidad hasta producir la muerte de la célula y liberación del material genético para producir nueva colonización y dar lugar a la infeccion, o en numerosos casos la enfermedad (Sindrome Agudo Respiratorio Severo, SARS), que en algunos casos, demasiados, conduce a una Insuficiencia Respiratoria con necesidad de respiración asistida y pronóstico severo.

Al liberar material genético con la muerte celular, se activa nuestro sistema inmunológico produciendo gammaglobulinas especificas (anticuerpos) que neutralizan  la progresión de la infección y erradican el virus. La producción de anticuerpos tarda unos días (5 a 7), lo que dificulta la sensibilidad de los test rápidos, que nos servirían para conocer la extensión de la pandemia en la población, tan necesaria a la hora de tomar medidas adecuadas.

En el momento actual se puede decir que  en la población hay 4 Grupos respecto al Coronavirus: una mayoría que no ha tenido contacto con el virus, un segundo grupo poblacional muy importante,que ha tenido contacto con el virus (baja carga viral) y ha desarrollado anticuerpos, sin infección ni manifestaciones clínicas ni de infección ni de enfermedad. Un tercer grupo que son los pacientes que han desarrollado la infección y/o la enfermedad con ingreso hospitalario o vigilancia domiciliaria, puesto que no hay ningún tratamiento específico para la enfermedad, y un cuarto grupo que desgraciadamente son los fallecidos, y que por las referencias epidemiológicas de los paises donde se inició se estima en el 2% de los infectados, sin que podamos hasta el momento saber si ese % será similar en los distintos países.

Si hiciéramos una ruta virtual con un virus COVID 19, veríamos que penetra en nuestro interior procedente de otra persona contagiada a través de la via respiratoria nasal y boca,(de ahí que las pruebas PCR que se hacen para detectar el virus,extraigan mucosidad de ambas zonas), contacta con la mucosidad nasal o la saliva y alcanza la garganta donde penetra al interior celular y se replica y prolifera, dando lugar a la infección local. En algunos casos alcanza los bronquios y alveolos pulmonares donde desarrolla un proceso inflamatorio masivo con la mortalidad ya conocida.

Para prevenir el contagio masivo de la población y sus consecuencias catastróficas, las autoridades decretaron el enclaustramiento, el mantenimiento de una distancia de seguridad y el lavado de manos y desinfección de todas las superficies de contacto, olvidando el uso de mascarillas generalizado, especialmente de las fuentes potenciales de la transmisión, que eran los pacientes que acudían a las consultas y áreas de urgencia de los hospitales. Estos pacientes al toser o estornudar generan una nube de micropartículas en suspensión con una alta carga viral que se mantienen en suspensión al ser un espacio cerrado con poca movilidad del aire y que van a contagiar a todo el que pase por alli, no solo al que reciba el impacto de manera directa. Esta forma de contagio justifica la sorprendente y lamentable cantidad de profesionales sanitarios afectados. Esta alta carga viral hace muy probable que desarrollen la infección, al no poder el sistema inmunológico reaccionar con suficiente intensidad, ya que necesita tiempo para producir anticuerpos.

Deberíamos aprender de la cultura oriental, que cualquier persona con síntomas catarrales sale siempre a la calle con mascarilla para evitar propagar el contagio. Ahora deberíamos ir todos, porque nadie sabe si está contagiado y para evitar que lo contagien.

Finalmente nos olvidamos de algo muy importante, que EL ALCOHOL MATA A LOS VIRUS. Todos nos afanamos en desinfectar las superficies exteriores con soluciones hidroalcohólicas que está muy bien, pero más importante es desinfectar las superficies interiores (faringe) que es donde se depositan y proliferan los virus, por lo que hacer enjuagues con una bebida espirituosa (whisky, coñac, anís etc.) antes de irse a la cama, y después obviamente tragárselo, puede ser enormemente beneficioso para la salud…y el descanso.

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Sobre la Solidaridad

Ahora que llegan las fiestas navideñas parece que se reactiva en nuestro interior un sentimiento de solidaridad, para ayudar a los demás, que se materializa en dar paquetes de alimentos a Cáritas o a cualquier otra Institución Benéfica, y en nuestra ciudad ser algo más generosos dando alguna moneda a los inmigrantes africanos de los semáforos, mientras esperamos que éste se ponga verde. Sería curioso hacer una encuesta en estas fechas con los inmigrantes que se visten de Papá Noel, con los kleenex y los rosarios en la mano, sobre la generosidad de los automovilistas en estas fechas, y compararlas con lo que obtienen en cualquier otro mes del año.

Es esto solidaridad?…Pues en cierto modo sí… mas bien se pueden considerar gestos solidarios, que además producen la satisfacción de compartir algo con otra persona más necesitada.

Algo similar sucede cuando nos llega la información de una catástrofe natural, un terremoto, un tsunami, unas inundaciones masivas que asolan algún país lejano, más frecuentemente pobre, como el terremoto de Haití, o las inundaciones cíclicas de los monzones en Bangladesh; en esos momentos sentimos un desasosiego, una ligera tristeza o lástima por la tragedia sufrida por nuestros semejantes y los más generosos aportan algo en las cuentas corrientes que en los bancos se abren para recaudar fondos, aunque el escepticismo actual y los casos de corrupción aflorados con la crisis impiden que sean cuantiosos.

Otros gestos solidarios son el voluntariado para ayudar en mil causas distintas, como puede ser el acompañamiento a personas que viven en soledad, o para ayudar a personas que padecen enfermedades discapacitantes, o se ofrecen para desarrollar actividades culturales, o permiten conocer las nuevas tecnologías a grupos de población que no han tenido acceso a las mismas, como personas mayores, colectivos de presos, etc.

También hay solidaridad, a veces ejemplarizante, en el mundo de la pobreza y de las carencias, pues compartir lo que se tiene aunque sea poco, es un grado más avanzado de solidaridad, que dar lo que te sobra.

La solidaridad tiene un sustrato neurobiológico: las neuronas espejo descubiertas en el macaco a finales del pasado siglo y comprobadas en los seres humanos con las nuevas técnicas de imagen (Resonancia Magnética). Estas neuronas localizadas en el lóbulo frontal inferior y zona parietal, son la base de la empatía y del aprendizaje por imitación. Nos permiten comprobar la similar respuesta emocional entre el mundo de ficción y la realidad. Son las que nos hacen llorar o reír, sufrir o disfrutar en el cine o el teatro, al sentirnos partícipes de los acontecimientos trágicos o cómicos que suceden a los actores en la pantalla o el escenario, aunque no nos afecte personalmente lo que allí se desarrolla.

Están estrechamente relacionadas con nuestro Sistema Límbico o cerebro emocional, despertando sentimientos de alegría, tristeza, ternura, compasión, etc. que nos hacen compartir de algún modo lo que hemos visto y oido. Las personas que lloran en el cine ante un melodrama, son más sensibles y posiblemente tengan más neuronas espejo que los que no lo hacen y en general se puede decir que las mujeres son más “lloronas” que los hombres, aunque también puede haber un factor educacional en ello.

La solidaridad activa estos circuitos emocionales, produciendo endorfinas, sustancia gratificante que hace que nos sintamos mejor.

Hay multitud de situaciones catalogadas como solidarias que no son tales, como las Galas Benéficas, que utiliza la alta sociedad para lucimiento personal y en el que se recogen fondos para alguna “buena causa”, o numerosas Fundaciones y Asociaciones que recaban fondos y subvenciones, con escasos o nulos resultados prácticos y que en algunos casos se convierten en agencias de colocación de familiares y conocidos.

Un error frecuente es asociar, solidaridad y caridad. La solidaridad es un deber de justicia y de manifestación de la igual dignidad entre los seres humanos, y la caridad es la donación de un poderoso a un necesitado. La práctica de la caridad ha sido lo habitual en nuestra sociedad y tiene una clara connotación religiosa, aunque la moral cristiana diga muy claramente aquello “de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”, pero en la práctica las donaciones anónimas son menos frecuentes que las que llevan nombres y apellidos.

Además de la solidaridad entre personas, hay una solidaridad social, que ha sido una conquista a través de generaciones que no la han podido disfrutar pero que han luchado por ella, me refiero al Sistema de Bienestar con logros solidarios en el campo de la Salud y de la Educación para las personas con menos recursos económicos. En la época de crisis que estamos viviendo, son ejemplos de solidaridad social, las plataformas antidesahucios o el desarrollo de la Ley de Dependencia actualmente con insuficientes recursos asignados.

También hay, o mejor debería haber, una auténtica solidaridad entre naciones ricas y pobres, algo que en la práctica es tan sólo una utopía al comparar los niveles entre países desarrollados y el tercer mundo. Hace más de 30 años los países occidentales acordaron donar un 0,7% de su PIB, como fondos para ayuda al desarrollo de los países más pobres, incluso hubo manifestaciones y acampadas de gente joven para lograr este objetivo. Este porcentaje tan sólo lo alcanzaron algunos países nórdicos como Noruega, Suecia o Dinamarca, y nosotros nos quedamos en el 0,3% (cuando éramos ricos), ahora con la crisis lo hemos ido recortando hasta cantidades irrisorias.

Con lo que vemos alrededor en nuestro entorno, en nuestra sociedad, en nuestro país, en el mundo en general, podemos hablar de que los seres humanos somos solidarios?… La contestación desgraciadamente tiene que ser negativa pues la convivencia de la riqueza y la pobreza extremas, el lujo y la miseria, la injusticia, la mortalidad infantil evitable, etc. dan al conjunto de la humanidad una baja nota en solidaridad, pero a pesar de ello a nivel individual es necesario que este sentimiento que todos llevamos dentro y que nos hace mejores, no lo demos gota a gota y sólo en determinados días del año, sino que lo convirtamos en actitud vital permanente, con el convencimiento de que aportando nuestro granito de arena, el futuro será mejor que el presente para todos.

Feliz Año a todos los lectores.

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Las Adicciones clásicas y modernas

Las adicciones legales tabaquismo y alcoholismo siguen siendo las dominantes en nuestra sociedad y los avances que se obtuvieron con la Ley antitabaco del año 2006, reforzada unos años más tarde con la prohibición de fumar en locales cerrados, hospitales y parques infantiles, han sido menores que las expectativas que su aprobación generaron en los profesionales médicos.

Aunque desde su aplicación, se ha reducido entre 1 y 2% el número de fumadores y disminuido la cantidad diaria de cigarrillos consumidos, y por otro lado se ha mejorado el tabaquismo pasivo con los espacios sin humo, el volumen de la población adulta fumadora es excesivo (32% de hombres y 28% de mujeres en edades de 18 a 40 años) y la incorporación de adolescentes en Educación secundaria 13% en varones y 16% en chicas, es un resultado educativo malo e insuficiente.

En el tabaquismo la adicción se inicia en el seno materno, si la madre es fumadora durante el embarazo, pues la nicotina difunde a través de la placenta y alcanza el cerebro fetal. Se mantiene una vez ha nacido, si los padres (…y/o abuelos) son fumadores y no respetan un mínimo espacio sin humo para su hijo/nieta, en la casa, en la calle y en el coche, con el riesgo de desarrollar bronquitis asmática por la inhalación continuada de las micropartículas del humo. En este contexto familiar, será excepcional que el niño no acabe siendo fumador.

Si los padres no son fumadores, el riesgo está en los Colegios e Institutos de Enseñanza secundaria, donde debería ser obligatorio dar clases sobre prevención de las adicciones a las distintas drogas, dada la especial vulnerabilidad de esta etapa vital.

La adicción al tabaco es muy potente por la rapidez de difusión de la nicotina tras su inhalación a través del alveolo pulmonar hasta su llegada a los receptores neuronales del centro de recompensa (unos 10 segundos), es similar a la inyección intravenosa de heroína o la inhalación de cocaína a través de la vía nasal. Sus efectos son menos duraderos que estas drogas, pero más repetitivos (20 o 30 inhalaciones por cigarrillo) y 20, 30 o 40 cigarrillos al día!…, con lo cual la estimulación es más intensa y continuada que con ninguna otra droga y por supuesto menos costosa.

En cuanto a efectos beneficiosos del tabaco también los hay: mejora la concentración y es menos frecuente la aparición de Enfermedad de Parkinson en personas mayores. El supuesto efecto sedante del tabaco es falso, ya que lo único que hace es neutralizar el “nerviosismo” que su ausencia provoca en el fumador.

Desde el punto de vista de la salud, todo lo que sea avanzar en su prevención y tratamiento será bienvenido. En la última referencia estadística ha habido una reducción de un 10% en el número de infartos en el último año en España, a pesar de la leve reducción de la población fumadora.

La segunda adicción en importancia es el alcoholismo, que alcanza en nuestro país al 6-7% de la población y es causante de violencia, desestructuración familiar, accidentes de tráfico y aumento de suicidios, además de diversas complicaciones a nivel de aparato digestivo, neurológico y potenciador del desarrollo de enfermedades mentales.

El alcohol modifica la respuesta de la membrana neuronal produciendo un efecto sedante, euforizante inicialmente y anestésico con concentraciones altas. De hecho durante siglos antes de la aparición de la anestesia moderna, todas las actuaciones quirúrgicas se realizaban “emborrachando” al paciente hasta el límite del coma. Lo veíamos en las películas del Oeste, «cuando había que sacar alguna bala».

A menudo se asocian ambas adicciones: hasta el 70% de los alcohólicos son fumadores y por otro lado el alcoholismo es más frecuente entre la población fumadora.

Sin embargo desde el punto de vista de la salud existe una diferencia fundamental entre el tabaco y las bebidas alcohólicas, especialmente las fermentadas (vino y cerveza). El tabaco independiente de la cantidad que se consuma, siempre empeora la salud y sin embargo el vino y la cerveza consumidos en cantidades moderadas, resulta enormemente beneficioso para la salud, especialmente a nivel cardiovascular, debido a los antioxidantes (polifenoles) que contienen, y los efectos favorables a nivel metabólico del alcohol.

La mejor prevención que podríamos hacer del alcoholismo y también de la “botellona”, sería enseñar a beber con moderación a nuestros hijo/as en las comidas, con bebidas fermentadas, haciéndoles ver el riesgo de los destilados y aprendiendo el momento en que hay que decir “stop”.

Las drogas ilegales, heroína, cocaína, crack, hachis y marihuana, drogas de diseño (éxtasis), anfetaminas y LSD, tienen para el consumidor el problema añadido del alto coste y la dificultad de su adquisición en el “mercado negro” con la aparición de bandas mafiosas de distribución y situaciones de violencia ya conocidas.

La heroína (derivado de la morfina) fue la droga de moda con el movimiento “hippy”en los años 70, y en los 80 estuvo implicada en el contagio y difusión del SIDA y la hepatitis C a través de las jeringuillas, con casos frecuentes de muerte en jóvenes por sobredosis. Afortunadamente en la última década ha ido disminuyendo el número de adictos (0,5-0,6%).

La marihuana y el hachís inhalados actúan a través de unos receptores específicos neuronales, produciendo un estado de euforia, desinhibición y pasotismo. Tiene algunos efectos beneficiosos para la salud, como son la prevención de los vómitos de la quimioterapia, y hay ensayos asociado con otros analgésicos para el control del dolor severo.

La cocaína es la adicción silente (personas de apariencia normal) más frecuente en la clase media-alta y en el mundo laboral competitivo. Aumenta la concentración, la capacidad de respuesta, y disminuye el cansancio y la sensación de hambre. Junto a Canadá somos el país de mayor consumo al ser ruta de entrada y distribución en Europa.

Las drogas de diseño (“éxtasis”) son frecuentes en discotecas y conciertos juveniles, son derivados de anfetaminas, y actúan como estimulantes del sistema nervioso, lo que les permite aguantar 24 horas bailando y sin dormir. Su consumo es esporádico en las fiestas.

El LSD (el ácido lisérgico) es una droga alucinógena que se ha utilizado en el mundo del arte y posiblemente en algunas películas de ciencia-ficción. Produce una distorsión de la realidad, estimula la fantasía. Muchos cuadros de Dalí serían el ejemplo más claro, pero es evidente que los consumidores de LSD, no se convierten en Dalí.

Finalmente están las adicciones modernas que afectan mayormente a las nuevas generaciones y que no dependen del consumo de ninguna sustancia. Su futuro se adivina incierto y no me atrevería a decir si supondrá un avance o un retroceso en el desarrollo de la persona como ser humano. Me refiero a la adicción a Internet (ciberadicción) que podría ser muy beneficiosa, si el auténtico motor fuera el afán de aprender y mejorar el conocimiento, y la móvil-adicción como nueva forma de comunicación entre los jóvenes, que más bien parece una forma de incomunicación física y verbal.

Incluso los más pequeños están sustituyendo el juego de pelota, bicicleta y deporte en general, por las pantallítas pequeñas en las que participa como espectador en mil batallas, lo cual sin duda será negativo para su desarrollo psicomotríz. En definitiva, las luces y las sombras habituales del desarrollo.

Qué podemos hacer?… Prevención, prevención y más prevención. Para el tratamiento se requieren centros de rehabilitación o asociaciones con personal profesional específicamente formado, a pesar de lo cual son frecuentes las recaídas.

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Sobre las Adicciones

Todas las adicciones se originan en nuestro cerebro emocional (el sistema límbico) y son consecuencia de la activación del llamado circuito de recompensa que produce una liberación de Dopamina en determinadas estructuras del mesencéfalo como el núcleo accumbens, en respuesta a situaciones emocionales intensas o a la llegada de diversas sustancias químicas, como la nicotina, los derivados opiáceos, la marihuana, la cocaína, las anfetaminas, las drogas de diseño, etc.

Este circuito de recompensa pertenece al cerebro primitivo, cuya finalidad es la perpetuación de la especie, generando estímulos de placer ante la comida cuando se tiene hambre o la bebida cuando hay sed, necesarias ambas para la supervivencia del individuo y ante el sexo con el orgasmo para la procreación. Esta sensación placentera, el sentirse bien, estar a gusto, genera un estado de euforia y un deseo consciente de repetición. El deseo de disfrutar es común para todos los humanos, vital y necesario, porque en su ausencia nuestras vidas transcurrirían planas, sin estímulos ni objetivos.

Como tantas veces sucede, algo que nos hace gozar y que está ahí para cumplir una función vital, puede ocasionar nuestra ruina personal, física y psicológica, familiar y social al darle un mal uso, avocándonos a un terreno de violencia, de mafias, de extorsiones, etc. lo que constituye el mundo de la droga.

En nuestra vida cotidiana, las situaciones en que se libera Dopamina en el circuito de recompensa son numerosas y muy dispares, además de la comida y la actividad sexual, todas las situaciones emocionales intensas, que se pueden generar tanto en el ámbito familiar (boda o nacimiento de un hijo/a), como personal y aquí cada cual tiene sus propias emociones, hay quien llora de emoción cuando sale la Virgen de su Hermandad, y quien llora cuando el Betis marca un gol, o se emociona oyendo música de piano o un solo de violín. En todas estas situaciones y en otras mil, se activa el circuito de recompensa y se libera Dopamina … pero con moderación!.

El riesgo intensifica la emoción y hay numerosos deportes de alto riesgo, como puede ser: el motorismo, el motocross, la Fórmula 1, o la práctica del alpinismo escalando paredes verticales. Cuanto más riesgo, mayor emoción y mayor estimulación. En muchas ocasiones la adicción al riesgo actúa con más fuerza que el rendimiento económico.

El riesgo es bueno o es malo?…La mayoría de los humanos ante una situación de riesgo, desistimos, como una manera de evitarnos complicaciones, sin embargo para una minoría supone un reto y no sólo en el deporte. Gracias al amor al riesgo, Cristóbal Colón descubrió América, o el americano Lindbergh pudo cruzar el Atlántico en vuelo de motor, o al noruego Amundsen conquistar la Antártida o Hillary subir al Everest por poner algunos ejemplos. La mayoría de los avances de la ciencia han sido un reto y en muchas ocasiones un riesgo para sus protagonistas (ejemplo de Madame Curie con los Rayos X).

En cierto modo todos somos adictos, al dinero, a la buena vida, al poder, al halago, al éxito, pero la mayoría sólo potenciales, porque no lo logramos en la vida.

Hechas estas aclaraciones iniciales, qué entendemos por Adicción?..

La OMS la considera una enfermedad crónica física y psicoemocional, producida por la ingesta, inhalación o inyección de sustancias químicas (drogas), con un cortejo de síntomas específicos de cada producto, y con modificaciones en el comportamiento del individuo, cambios en su personalidad y conductas compulsivas para la obtención de la droga.

Cómo se produce la adicción?… Como siempre hay factores genéticos y medioambientales. Si los padres son alcohólicos o adictos a la nicotina, es mayor la probabilidad de que los hijos también lo sean.

Aunque las adicciones se pueden desarrollar a lo largo de la vida, a cualquier edad, el periodo especialmente vulnerable es la adolescencia porque la zona prefrontal del cerebro aun no ha madurado y es en ésta área donde se toman las decisiones de entrar o no en contacto con la droga, y en muchos casos la influencia del entorno, amigos, “botellonas”, discotecas, etc. se torna decisiva para iniciar el consumo.

La experiencia inicial es importante para su aceptación o rechazo y va a depender mucho del tipo de droga (si es inhalada a veces la irritación, la tos, puede ser desagradable), el exceso de alcohol (borrachera) produce náuseas y vómitos, y las formas inyectables como la heroína, no suelen ser formas de comienzo. Sin embargo otras drogas como la cocaína y algunas nuevas de diseño, pueden producir su efecto pleno sin rechazo inicial.

Qué efecto producen las drogas a nivel cerebral?…

Aunque hay unas que son estimulantes como la cocaína y las anfetaminas y otras sedantes como los derivados opiáceos, la marihuana y algunos psicofármacos, todos ellos incrementan de manera brusca la producción de Dopamina y la sensación de bienestar. Esta experiencia se memoriza y va a generar un deseo de repetición.

Cuando esta situación se mantiene en el tiempo, el deseo de convierte en un impulso incontrolable (fenómeno de dependencia) para obtener la droga y si ésta es una droga ilegal o de difícil obtención, aparecen los problemas familiares, laborales y económicos de todos conocidos.

Por otro lado el cerebro ante la llegada repetida de la droga va modificando la respuesta con menor liberación de neurotransmisores en general, no sólo Dopamina sino también Serotonina, cuyo descenso produce un estado depresivo, de malestar y desánimo, por lo que el individuo incrementa la dosis o la frecuencia en el consumo (fenómeno de tolerancia) para evitar el síndrome de abstinencia. Triada característica de todas las adicciones en fases avanzadas.

Hay drogas legales con lo cual la obtención del producto es más fácil y por tanto hay menor riesgo de violencia en el ámbito familiar y social, como son el tabaquismo y el alcoholismo que son las más frecuentes en nuestra sociedad, y drogas ilegales, todas las demás, con lo que a los problemas específicos médicos, se le añaden los del encarecimiento final de la sustancia por la cadena de intermediarios y las mafias de distribución con las consecuencias personales, familiares y sociales que sobrevienen ante la dificultad de obtenerla por el usuario.

Otras adicciones no químicas, se caracterizan por un déficit en el control de los impulsos, como son la Ludopatía (adicción al juego), la Cleptomanía (robar cosas innecesarias), la bulimia y anorexia (en relación a la comida), la adicción al sexo y la más reciente de todas, la adicción a Internet o Ciberadicción, con su hija menor que afecta a los más pequeños (los juegos de Nintendo, Play Station y similares) y que puede generar un problema de falta de comunicación física en las próximas generaciones.

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